Hoy, observando a las personas según es mi costumbre, pude darme cuenta de cuán inconscientes somos de lo hermoso que puede ser el paisaje que nos rodea. La gente permanecía distraída en conversaciones triviales sin siquiera mostrar un atisbo de interés por lo que los rodea, y me refiero no solo a las plantas y los arboles… o los edificios, sino a la vida misma. Vernos tan jóvenes y radiantes, felices en la simplicidad de nuestras existencias, disfrutando de lo que quizá, serán los últimos tiempos de nuestra vida sencilla como la vemos, tal vez, solo pasemos a tener que gastar mucho más t